Hanna y la mariposa azul

Cómo en la canción, esos mismos que no crecen, le dijeron de pequeña _ "Dónde vas que tú no puedes". Entonces no hubo música y se durmió en su capullo azul.

Pero hubo un día en que una imagen, se asomó a su corazón y la descubrió dormida. Y fue (1) Hanna, la niña inquietante, sensible, extraña, nacida de un recuerdo, pinceles y espesas aguadas, quien logró sacarla del letargo.

Debió sentir como su profundas y verdes pupilas se clavaban en ella, hasta hacerla despertar. Mientras escuchaba su propia respiración, jugó a enredarse en la melena casi fuego y se descubrió distinta con su pelo tan castaño como sus ojos. Estiró los brazos y tocó la boca en la pintura. Luego hizo lo mismo con la suya y sonrió. En un bostezo dejó ir a los miedos y desplegó unas bellas alas y voló bien alto.

Desde entonces lo hace, se pierde en el infinito manto tan azul celeste como ella. Baila entre delgadas brochas cargadas de color y cada trazo es una emoción guardada saliendo a la luz y un sentimiento que rompe cadenas y se libera.

El artista frente al panel blanco no podía saber, que luego de desistir y romper sus intentos, una brisa acariciaría su memoria y esa musa llegaría a susurrarle en el oído "_Pinta a Hanna".

Tal vez desconozca la leyenda de la mariposa azul, aquella que cuenta que una niña atrapó una mariposa de ese color y le preguntó a un sabio si esta seguía viva. Él le respondió que todo dependía de ella ya que "estaba en sus manos ".

Pero lo cierto es, que fueron sus manos las que le dieron vida a Hanna y está la que llenó de melodías y luz el sueño de quien archivó en el rincón del olvido aquel _" Dónde vas que tú no puedes ", abandonó su pesado equipaje y ahora vuela desplegando todo su talento, expresando y compartiendo el brillo de su gran corazón azul.

(1) Hanna, pintura, técnica gouache de Pedro Alonso O'choro