Querida bisa !

29.03.2022

                                                                                Noviembre de 2021

En algún lugar de Argentina

Querida bisa:

Lo que tengo para contarte, seguramente lo sabes, no importa cuál sea el plano en que te encuentres. Pero me hace bien escribirlo.

Quiero hablarte de tu nieto. Aquel niño que cruzaba la vía y corría a tu casa. El de las tardes junto a la radio. Tú compañero de viaje, el de las charlas en el tranvía.

Decirte, que te guardó por siempre en su corazón. Que casi inconscientemente, repetía alguna frase en tu gallego natal y cuando lo hacía sonría, porque te recordaba. Que fue un gran hombre. El mejor padre que pudiera tenerse, el mío. Al que no importa cuánto tiempo pase, yo extraño cada día.

También sabrás, que la nueva vecina, la señora con la pequeña de la mano, fue mi abuela. Que su niña es mi madre y sigue contándome todas esas historias.

Hoy te estoy escribiendo desde mi jardín. Hay un colibrí suspendido sobre las flores, me visita a diario. Y detrás mío se levantan erguidas, y de cara al sol las calas. Las trajimos hace años, de la casa de mi abuela. Si, la mujer a la que te acercaste para darle la bienvenida al barrio y a la que le llevaste las plantas de flores blancas para el jardín que ella tanto cuidaba.

El frágil y pequeño brote verde, que sacaste de tu tierra para llevarla con vos allí donde ibas, no tenía idea que cruzaría el océano en un botijo de barro, echaría raíces en la nueva costa y se multiplicaría tanto para llegar hasta mí. Las miro y no son simples flores, me muestran destinos entrelazados, unidos infinitamente, escritos desde un principio.

Por cierto, el jarrón, también está intacto, descansa frente a un espejo y con su reflejo parece querer contar todo lo que no pudiste.

Porque se cosas, pero quisiera conocer muchas más. ¿Acaso fue tu morriña, la que te ahogaba, humedecía tus ojos y no permitía que tus palabras escapasen? Mas allá de la casa de piedra, con los animales durmiendo abajo, ¿qué hacías en tu Galicia? ¿Cómo fue tu infancia? ¿Qué fue lo que te llevo, con solo veinte años, a subirte a aquel barco en Vigo, para llegar a un Buenos Aires de antes del 900? ¿Qué sentimientos te abrazaban, antes, durante y después del viaje? ¿Qué encontraste al llegar?

Tantas y tantas preguntas que te haría. Misterios sin resolver.

Como sea, sé que estas cerca mío. Hay situaciones y encuentros que inexplicablemente terminan siempre llevándome hacia tu tierra. Lugar que no conozco, pero aprendí a querer y ya es parte de mi vida. Tu acento me llega a los oídos y suena tan natural, como si hubiese nacido escuchándolo.

Lo de "El corazón tiene razones que la razón no comprende "se vuelve muy cierto.

Tu pañuelo negro y esas manos marcadas por el trabajo, por aquí jamás se olvidaron. Pero mucho más resistente al olvido será siempre la fuerza del cariño y la nobleza de tu alma.

El mar te trajo hasta aquí terminando el siglo XVIII. Hoy, en el XXI, te estoy escribiendo mientras el colibrí, con sus etéreas alas, acaba de despeinarme.

Tu biznieta.

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